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LA FRUSTRACIÓN DEL ESCRITOR




Muchos autores no son debidamente reconocidos en vida. Pero alentados por la esperanza de que el juicio de la posteridad reconozca su valía, no suelen abandonar su actividad creativa. Una excepción a esta regla es la del poeta y novelista norteamericano Herman Melville (1819-1891). Como su novela Moby Dick, y otras publicadas, no habían tenido demasiado éxito en el momento de su aparición, renunció a escribir y pasó el resto de su vida como empleado de aduanas del puerto de Nueva York, alejado de los círculos literarios y plenamente dedicado a su actividad burocrática.

(Fuente: HUMORADAS)

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