PARA ENTENDER UN POEMA
“No busco encuentro”, decía Pablo Picasso. Eso parece ser la
premisa que sobrevuela a un poema verdadero. Hugo Mújica sugiere enfrentar
inocentemente el texto poético: leer como si se tratara de leer el mar.
Antes de encarar el tema de la particularidad de la lectura
de un poema, empecemos por afuera, por nosotros, los lectores. Sin duda hay
situaciones ante todo y, también sin duda cada situación pide ella misma una
manera distinta de ser abordada. En cuanto a la lectura, es evidente que no es
lo mismo tener los ojos sobre un diario que la “Divina Comedia”, un manual de
computación que un libro de poemas… Sólo si tenemos una actitud propia para
cada encuentro, cada encuentro nos podrá revelar lo propio de sí. Desde
Aristóteles hasta nuestros días, “comprensión estética” y “desinterés” son dos conceptos indisociables para
la mayoría de las teorías sobre el arte: “el arte es un objeto de contemplación
y no de necesidad”, decían los medievales, y siglos después así definiría otro
filósofo el gozo ante lo artístico: “un placer desprovisto de todo interés”. Contemplación y desinterés que podríamos
reunir en una actitud: dejar que lo que está ante nosotros, el poema o la
música, la pintura o la vida toda, sea lo que es sin manipularla, sin buscarle
provecho o la unidad, simplemente contemplarla, escucharla, dejarla ser…
dejarla decirse.
Un río- para ilustrar lo que acabamos de afirmar- no se
dice, no se manifiesta de la misma manera al sediento que se pregunta por la
potabilidad de sus aguas que el ingeniero que busca determinar su caudal
energético, menos aún ante quien, desinteresadamente, deja al río ser río:
movimiento, reflejo, sonoridad…voz. Deja que el río sea río, sea lo que él es
para sí mismo no lo que es para mi necesidad.
El sediento congela el río espejo de su sed, el ingeniero
evalúa su utilidad, sólo el contemplativo recibe al río, lo acoge: se abre ante
él. Es esta última actitud la que reclama y por la que clama la poesía, que reclama
para ser el inicio de una experiencia y no la conclusión de un razonamiento. La
actitud esencial ante un poema, para que él nos hable, nos entregue su esencia
poética, no es buscar sacar algo, sea una definición, un concepto o una
respuesta, sino la de abrirse al poema como ante una totalidad, un mundo verbal
que se conjuga en sí mismo, dentro de sí. Es saber que la poesía no describe el
mundo, inscribe un nuevo mundo, abre perspectivas, alternativas… instaura
nuevos sentidos. Los crea. Acabo de
decir sentidos, no significados; la pregunta sobre qué dice la poesía no es la
pregunta sobre el significado sino sobre el sentido, es aquello que no dicen
las palabras pero se dice en las palabras, aquello que más que decirse, hace
que lo diga yo. No se trata de qué dice
la poesía sino qué me hace decir sobre
mí, sobre el mundo, sobre la vida: no sé qué dice sino qué entiende, qué
alumbra. Tampoco se trata de sacar algo de un poema, de quedarme con una idea,
se trata de que me saque , me saque del cuando pragmático y utilitario para
ponerme en otro lugar: ponerme en un
mundo abierto , o en lo abierto del mundo que es lo que la poesía expresa,
expresa y abre, expresa abriendo. Como cada hombre o mujer valora con una
música distinta, se conmueve ante un pasaje diferente, también la poesía, como
todo, es múltiple en su expresión, generosa en su entrega. Debemos buscar la
propia, el poeta que nos habla, aquél, aquellos con los que entonamos, aquellos
con los que afinamos nuestro oído a su música: aquellos cuya poesía nos nombra.
Un poema se lee como se escucha una sonata o como se mira el
mar, sin para qué, no buscando que nos informe, sino esperando que nos
transforme. Para que la poesía se diga en definitiva, no hay que entenderla
sino dejarla resonar, abrirse a ella, y en ella, abrirse en el espacio que ella
misma convoca con su propia voz.
Realizar y realizarnos en esa actitud, que llamaría una enseñanza de la pasividad.
Pasividad que, en su inacabable dilatación culmina en una poética de la
receptividad, culmina en la mayor y más difícil actividad: escuchar.
Hugo Mújica sacerdote y poeta argentino.
les quedaria agradecido si me enviasen las actividades , así los eventos poeticos .
j.r.s.
Jose Ramon Santana Vazquez dijo...
12 de febrero de 2013, 0:17