Murallas de caliza que hablan de otros tiempos; de opulencia, obispos y condes. El sol se exhibe con pulso firme, impone su fuerza y destierra las nubes. Un cuadro se extiende a los pies del pueblo. Son campos de Castilla que cosechan los colores; rojos, verdes, azules, amarillos. Las golondrinas de piel azulada vuelan, solfean, cantan.
La zanfona, la carraca, la dulzaina. Los pliegos de cordel y el tañido de las campanas. Una joya del románico catalán emerge como una isla. Arcos ciegos y contrafuertes se suceden para sustentar la ermita.
El silencio de un pueblo roto por el eco de las palabras impresas en los libros. Papiros, pergaminos y linotipias; la necesidad del hombre por buscar un soporte en el que dejar su huella.
El reloj de sol, inexorable, no se detiene.
De regreso la poesía de Fernando Menéndez:
En el camino no hay ficción.
Su sequedad comienza antes del desierto.
Entonces, escribí.
“Un hombre por venir “ Icaria Poesía
Etiquetas: Moleskine
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