La Academia Sueca concede a Mario Vargas Llosa el Premio Nobel de literatura.
El autor peruano ha sido un clásico entre los candidatos al Nobel en los últimos años.
Algunos datos biográficos:
Nació en Arequipa (Perú), el 28 de marzo de 1936. Pasó parte de su infancia en Bolivia y trabajó de periodista antes de viajar a España para estudiar literatura.
Se convirtió en un referente literario en los sesenta, con el boom de la literatura latinoamericana. Ha abordado varios géneros, como la comedia, novela negra, literatura erótica, novela histórica y crítica literaria: "La ciudad y los perros", "Pantaleón y las visitadoras" "Conversaciones en la catedral", "La fiesta del chivo"...
La gran pantalla ha adaptado varias novelas de Vargas Llosa como La tía Julia y el escribidor, (Tune in tomorrow, 1990) con Barbara Hershey, Peter Falk y Keanu Reeves.
Apoyó la revolución cubana, pero en los setenta, defensor del pensamiento liberal, se posicionó en contra de Fidel Castro.
Comprometido con su país, fue candidato electoral por el centro derecha con un programa orientado a luchar contra los males endémicos de Perú como la violencia terrorista y la mala situación económica. Perdió contra el candidato Alberto Fujimori. Se trasladó a España tras su derrota electoral.
Ha recibido diversos galardones internacionales, entre los que destacan el Premio Internacional de Literatura Rómulo Gallegos 1967, el Premio Príncipe de Asturias 1986, el Premio Cervantes 1994 y el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 1999. Además, ha sido investido doctor honoris causa por las universidades de Oxford y Harvard, entre otras.
Actualmente es profesor visitante en la Universidad estadounidense de Princeton, donde imparte clases de literatura.
Las siguientes preguntas han sido realizadas por Juan Cruz al ganador del nobel
tras serle concedido el premio para el periódico el País:
¿Cuál es su método de trabajo?
R. Escribir mucho, corregir mucho, rehacer mucho. Trabajo de lunes a sábado en el libro que estoy escribiendo y los artículos los escribo el domingo. En realidad no dejo nunca de escribir, esté viajando o de vacaciones. Pero eso no tiene ningún mérito. Lo hago porque es lo que me gusta hacer, lo necesito. La verdadera tragedia para mí sería no escribir o no leer. Eso sería una catástrofe. Escribo con mucho placer aunque a veces me dé dolores de cabeza. Escribir no es fácil, es muy difícil pero la compensación es tal que el esfuerzo se justifica largamente. Pienso escribir hasta el día que me muera. Eso es algo que nada puede cambiar, ni siquiera el Nobel.
P. Entre la literatura fácil, que llega a muchos lectores y la difícil, ¿dónde ha de situarse el escritor?
R. La forma debe estar siempre al servicio de la historia que se quiere contar, pero no debe ser gratuita. Si es así, aunque sea difícil, el libro educa a los lectores. Libros que parecían imposibles de leer cuando aparecieron acabaron por ser apreciados porque han educado a generaciones de lectores, como el Ulises de Joyce, por ejemplo. Es un libro inmensamente complicado como estructura, como lenguaje y sin embargo, pese a haber sido tan rechazado cuando salió es uno de los pilares de la literatura y es un libro al que puede llegar cualquier lector que tenga un poco de experiencia. Los libros han de educar a los lectores. Si una dificultad tiene justificación, el lector tiene incentivos para hacer el esfuerzo. Ahora, si la dificultad es gratuita, experimentar por experimentar, sí produce rechazo. Faulkner, Proust, Joyce lo único que hacen es conquistar más lectores cada día, tienen muchos más que cuando vivían. Si no la literatura no habría progresado nunca, estaríamos como hace varios siglos.
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