UN PUÑADO DE LETRAS

El cartógrafo

Como todos los días, entró a su despacho a las diez en punto, se sentó en el asiento de cuero y lo escuchó crujir, igual que siempre, bajo el peso de su cuerpo. Miró por la ventana: la calle estaba ajetreada, como siempre. Volvió la mirada a su escritorio y se resignó, como cada mañana, a comenzar la rutina laboral. Abrió el libro de asientos cartográficos en la página marcada por el señalador azul, ese que le habían traído unos amigos como recuerdo de Egipto. Pensó que él nunca había estado allí, que quizá nunca lo conocería.
El reloj de péndulo marcó las diez y cuarto. Sonó el teléfono: no atendió. Miró, como hacía cada mañana, su título de cartógrafo colgado en la pared y pensó que ya estaba bien de hacer mapas de lugares que nunca conocería. Se levantó del asiento de cuero, que crujió una vez más, con ímpetu desconocido, y se dirigió hacia la puerta. Salió, pero antes de cerrar para siempre esa puerta que lo ataba a la realidad, miró por última vez su despacho, su vida, la vida que se había dejado durante treinta años entre esas cuatro paredes verde loro, y pensó que él ni siquiera había elegido ese color.

Valeria Buono

Estaba a punto de recibir el premio literario mas prestigioso de su país.Se levantó entre ovaciones y caminó hacia el estrado, mientras su mente repetía:"No es un sueño, esto es real".
De pronto, le sobresaltó un zumbido;se desperezó. Su nuevo trabajo le esperaba, y se sintió lleno de energía:era maravilloso prescindir de las curvas de nivel,los mapas topográficos y los asientos registrales que debía efectuar en su antiguo cargo de topógrafo. Ahora, su nuevo material le esperaba en la Oficina de Empleo,y hacia allí se encaminó.
Al azar seleccionó una persona, cuya conducta observaría minuciosamente,lo que le permitiría configurar el personaje final de su novela, que titularía:"Quince mapas mentales:cartografía humana del s.XXI".
De vuelta a casa, decidió que concursaría con su libro al certámen literario más importante de su país.