Sin imágenes.
Sin vídeos.
Sólo la voz de la poeta.
Sólo su poesía sin adornos.
La obstinada escena persiste: los árboles avarientos atesoran
Las hojas del año que se va, reacios a llorar su muerte, a vestir el sayal
O a transformarse en dríades elegíacas, mientras la austera hierba
Guarda para sí la dura esmeralda de su esencia,
Por mucho que la pomposa mente desprecie
Tal pobreza. Los gritos de los muertos.
No florecen nomeolvides entre las losas
Que pavimentan este camposanto. Aquí es la honesta podredumbre
La que descose el corazón, monda el hueso hasta liberarlo
De la vena ficticia. Cuando un escueto esqueleto
Viene a sumarse a lo real, todas las lenguas de los santos se deshacen
En silencio: las moscas no ven resucitar a nadie bajo el sol.
Observa, pues, observa bien este paisaje esencial
Hasta que tus ojos urdan una visión deslumbrante en el viento:
Sea cual sea la pérdida que destellan los condenados
Espectros, aullando en sus sudarios por el páramo,
Ensalza la jauría de la mente famélica
Que puebla el cuarto desnudo, el aire vacío, desocupado.
Etiquetas: POESÍA
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Estremece!
Valeria Buono dijo...
18 de enero de 2010, 16:39