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EL ASESINO CIEGO, MARGARET ATWOOD

Mientras tanto, llegó la Depresión. Padre no perdió mucho en el crac, aunque sí un poco. Perdió sobre todo su margen de error. Como respuesta a la disminución de la demanda, debería haber cerrado las fábricas y, tras meter su dinero en el banco, esperar tiempos mejores, como hicieron otros en su misma situación. Habría sido lo más sensato, pero no lo hizo. No soportaba la idea de echar a los hombres del trabajo. Les debía fidelidad. Daba igual que algunos de ellos fueran mujeres.

El asesino ciego, Margaret Atwood Ediciones B

La escritura es un misterio. Se crea una voz con una pluma o con un ordenador, y esta voz no es la realidad, pero es una ilusión con mucha fuerza. Cuando lees a Shakespeare, o Don Quijote, tienes la impresión de que el autor te está hablando directamente a ti. Es sorprendente la fuerza de la escritura.
Margaret Atwood (De la entrevista realizada por Xavier Moret en el diario El País el 13/12/2001)

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