Los más leídos en nuestras bibliotecas (2024)
Hace 5 días
—La noche, ningún ruido, ninguna llamada telefónica, nadie que apriete el timbre de la puerta de casa. Esos momentos son los mejores del día—me dice, como si su noche no estuviera tan poblada de fantasmas como la de cualquiera que haya cumplido setenta años. El músculo duerme, la ambición trabaja. Francisco sentado en su escritorio de palosanto rellena cuartillas, o teclea en el ordenador, escribe la novela o las memorias que le alcanzarán el prestigio que la agitación de estos pasados años no le ha permitido tocar. Catas de vinos, reseñas de libros, críticas de restaurantes, el folio del editorial escrito brillantemente cada quincena, la media docena de folios del artículo sobre alguna denominación de origen vinícola, trabajos menores que no te permiten pasar a esa posteridad que los más ambiciosos reclaman, obtener vida después de la vida, aunque sea a costa de romperte los nervios y la salud en pesadas tareas nocturnas de escritura, y los ataques de rabia porque las genialidades a las que aspiras se niegan a comparecer a la voz de ya. A los setenta años, a altas horas de la noche, en vez de las ideas geniales, te salen los muertos mal enterrados. ¿Y cuál está bien enterrado? Ni uno solo, todos se quedan con un miembro fuera.
Etiquetas: DE LIBROS Y ESCRITORES
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