En la creación literaria el impuso sexual puede tener una
presencia explícita, sea por los actos que en ella se describan, sea por el
papel que desempeña en la trama argumental, por su influjo en el comportamiento
de los personajes. Pero su impronta puede ser más amplia, hallarse en el centro
de la concepción misma de la obra, así es, por ejemplo, en Proust, en Joyce, en
Hemingway; no lo es, por el contrario, en Faulkner, en Kafka. Y es que, al igual
que a los sueños, el impulso sexual se halla estrechamente vinculado a la
creación literaria. Así, por ejemplo, el sueño de la casa en ruinas contigua a
la mía, un caserón de piedra de silleria del que resulto ser dueño y que, pese
a su deterioro, el sentimiento que produce es de alborozo según se recorren una
tras otra sus estancias, según se descubren sus perspectivas insospechadas, las
sugerencias que ofrece todo ese espacio olvidado. Ayer, en la noche del 13 al
14 de septiembre, tras reiterarse una vez más un sueño que se repite desde hace
más de veinte años, se me impuso de golpe su significado: la inminente solución
de un problema, esto es, estar a punto de
en el terreno amoroso, o conceptual, o de la creación literaria. Un aviso, un
anuncio, una llamada de alerta que prepara una revelación.
COSAS QUE PASAN Luis Goytisolo, editorial Siruela
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