El célebre guitarrista de los Rolling Stones publicará una autobiografía en la que revela su secreta pasión por los libros.
Lo más probable es que quienes busquen empaparse con los sucios detalles de la vida excesiva y delirante de Keith Richards en su próxima autobiografía, que saldrá a la venta en octubre, se sientan un tanto decepcionados al enterarse de que la leyenda viviente del rock and roll es, en realidad, un ratón de biblioteca. Y a mucha honra.
Según han revelado fuentes cercanas al proceso de publicación de Life, que saldrá a la venta en octubre. Richards confiesa en la obra que su pasión secreta siempre han sido los libros y que gran parte de su tiempo libre lo dedica a sus enormes bibliotecas caseras: una en Sussex y otra en Connecticut.
De hecho, el célebre guitarrista de los Rolling Stones admite en su biografía que durante su vida ha estado varias veces tentado de formarse profesionalmente para desarrollar las técnicas de la biblioteconomía, y así manejar mejor su inmensa colección de libros clásicos y contemporáneos.
The Times asegura que el rockero de 66 años está orgulloso de poseer en sus bibliotecas copias de singulares publicaciones de temas tan dispares como la historia más temprana del rock americano y la Segunda Guerra Mundial y las clasifica utilizando el profesional sistema Decimal Dewey.
Y, aunque al final siempre encuentra alguna excusa para no ponerse a estudiar, sí intenta contagiar el gusto por la lectura a sus conocidos y familiares que, cuando lo visitan, encuentran en las mesitas de noche de sus habitaciones de invitados varios de los títulos favoritos del rockero. Se autodefine como un entusiasta lector de novelistas como los británicos Len Deighton y Bernard Cornwell.
"Cuando estás creciendo, existen dos instituciones que te afectan poderosamente: la iglesia, que le pertenece a Dios; y la biblioteca pública, que te pertenece a ti. La biblioteca pública es un gran ecualizador", declaró hace años Richards, que se sintió atraído hacia la lectura varios años antes de que la música lo conquistara y lo convirtiera en una leyenda viviente del rock.
EL PAÍS
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