Hay libros, que aun con sus virtudes y su calidad, han pasado a la historia con un éxito que quizás no es el que se corresponde con sus propias cualidades literarias. Bien por una campaña de promoción excelente, por la temática que aborda o por otro tipo de causas providenciales (una buena o taquillera adaptación al cine, por ejemplo), lo cierto es que existe una colección de obras, a las que quizás en otro contexto y circunstancias podrían haber pasado desapercibidas.
JUAN SEBASTIÁN SALVADOR GAVIOTA, de Richard Bach. Una fábula sobre una gaviota que, con esfuerzo, aprende a volar. Un éxito que alertaba del emergente auge de los libros sobre espiritualidad y autoayuda de al uso, disfrazados bajo el aspecto amable de un cuentecillo tierno y sencillo. Sin embargo, carece de grandes frases que pasen a la historia o un mensaje claro y directo que pueda influir en un lector que pueda encontrarse al año decenas de libros de este tipo.
EL PRINCIPITO, Antoine de Saint-Exupery. Encumbrada hasta el infinito, no puede dudarse de su arrolladora imaginación, su firme propuesta y su emotividad. No obstante, parece quedarse a medias de todo aquello que quiere transmitir, con una extensión muy ajustada, lanzando aleatoriamente conceptos como el de domesticación o formas de vida como las visitas del Principito a los planetas. Un canto a la infancia que no es una obra maestra, y que parece serlo para todo aquel que lo tiene en la estantería de su casa.
EL CÓDIGO DA VINCI, Dan Brown. Puedo ponerme a muchas personas en contra, pero El Código da Vinci representa para un servidor el gran engaño literario de los últimos tiempos. Con un estilo tosco y esquemático, Dan Brown erige una historia arquetípica, bajo un acontecimiento tan revolucionario como risible e indocumentado: el Santo Cáliz es una representación de María Magdalena, amante de Jesucristo. Capítulos cortos, una prosa que engancha incluso al más escéptico, y un argumento olvidable, a base de millones de euros embolsados por su autor a base de hordas de ávidos lectores. Prueba de ello es su plúmbea adaptación al cine, que ni Tom Hanks es capaz de salvar. Por no hablar de otras obras infumables de su autor, como La Fortaleza Digital o Ángeles y Demonios, no recomendables ni al peor enemigo, y sin embargo encontrables en cualquier tienda en un sitio bien visible.
DUNE, Frank Herbert. Ocupa un lugar entre las grandes obras de ciencia-ficción y, entre los que realmente la han leído de principio a fin, muchos coinciden en una afirmación rotunda y controvertida: Dune es un tostón. Innecesariamente alargada, con ornamentos estéticos y narrativos que parecen ir en contra de la claridad de su lectura. Unos personajes que no evocan interés alguno, excepto los malvados Harkonnen sólo en ocasiones. El éxito de este libro llevó a continuar hasta decir basta una serie de secuelas prescindibles, tanto por el propio autor como por su hijo, que continuó un legado procedente de unos cimientos poco sólidos.
Todos los libros de Jorge Bucay. Una cosa sí puedo decir: Jorge Bucay, psicólogo argentino de la rama de Gestalt, es más listo que la inmensa mayoría de los mortales. Se dedicó, entre otras cosas, a reunir cuentecillos de sabiduría popular (algunos logrados, otros insalvables), a incluirlos en unos diálogos intrascendentales, copiar párrafos enteros de otros autores (como Ángela Vallvey), y a vivir del cuento a partir de entonces. No recuerdo uno sólo de sus títulos en este momento, pero el tiempo que han ocupado lugares preferentes en las librerías ha constituido un periodo desconcertante y desesperanzador.
La saga de Harry Potter, J. K. Rowling. No me malinterpreten: he leído con disfrute a Harry Potter. El primero me pareció magnífico; el segundo, aun con sus irregularidades, no estaba mal; el tercero volvía a estar logrado. A partir del cuarto, la cosa cambiaba: ciento y pico páginas y todavía no había empezado el curso en Hogwarts. Para colmo el devenir de las aventuras del joven mago empezaba a no ser tanto la lucha entre el bien y el mal, sino si Ron y Hermione están saliendo juntos o qué chica le gusta a Harry Potter. El declive de la saga es evidente incluso para los que se consideren a sí mismos fans incondicionales. Una monotonía paulatina que hace recordar los buenos momentos durante la lectura de los primeros títulos, con nostalgia y hastío.
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA, Gabriel García Márquez. Novela de duradero éxito cuyo mayor reclamo es que todo gira en torno a una muerte que es mencionada en la primera frase: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar…”. Sin duda una obra menor de su autor, que reluce pedantería y autocomplaciencia, con una historia enmarañada hasta tal punto que se hace difícilmente digerible. Podría verse como un thriller sin ritmo. Aplicado al cine sería como una película de Hitchcock sin rastro alguno de inspiración.
EL MUNDO DE SOFÍA, Jostein Gaarder. La obra cumbre de la historia de la filosofía es un libro agradable y con una función loable: acercar la filosofía al gran público. Para ello, auna un relato sobre una niña noruega llamada Sofía, con unos fascículos sobre los pensadores desde la Antigua Grecia. Si bien dichos fascículos son extraordinarios (atención al de Freud) y contienen maravillas como aquello de “la capacidad de asombro”, la historia de Sofía es mediocre, confusa y en ocasiones extremadamente comercial.
(Luisfer Romero Caler,
Papel en blanco)
Estoy de acuerdo en que "El código Da Vinci" no tiene calidad literaria pero si "engancha incluso al más escéptico", y existen "hordas de ávidos lectores" que lo devoran será por algo. A veces olvidamos que el escritor escribe para los demás y no para sí mismo. Y si ha conseguido alcanzar tal cifra de ventas yo creo que merece un respeto. Además, el argumento no me parece tan fácil y peregrino. La campaña de la iglesia en su contra ha tenido bastante que ver en todo esto.
Taller Literario Naranco dijo...
1 de marzo de 2010, 17:30
Juan Salvador Gaviota!!! cuánto hacía que no oía su nombre! fue mi primer libro de autoayuda leído en la adolescencia, sin saber que era de autoayuda, jajaja, pero en ese momento me gustó tanto que luego me devoré toda la obra del autor, un libro más repetitivo que el otro hasta terminar vomitando tanta superación personal, frases de "tú puedes conseguirlo" y "la vida está en tus manos". El último libro suyo que intenté leer, El puente hacia el infinito, quedó a medio empezar juntando polvo en la biblioteca de mis padres... Menos mal que allí encontré Rojo y negro de Stendhal, que me sacó para siempre de la negrura de la literatura barata, a la cual, (gracias a dios!!!) no volví nunca más.
Valeria Buono dijo...
3 de marzo de 2010, 0:06
Estoy de acuerdo. Me gustan las tres elecciones que has hecho porque vienen de campos muy diversos de la fauna de los bestsellers.
Yo sumaría, arriesgando más, a "Papá Goriot", considerado por muchos organismos oficiales (listadores) uno de los mejores libros que se han escrito. Es mentira, y lo digo así, rotundamente. La historia es básica, lo personajes poco profundos, los argumentos y los diálogos plagados de sentimentalismo para señoronas.
Es tan fácil de leer, y parece tocar temas tan profundos a la vez que plasma la realidad de su época, que puede engañar a muchos. Yo creo que no dice nada memorable, que el único personaje interesante, es amonestado y apartado de la obra de forma temprana justamente por lo que lo hace ser interesante. Y la escena final, lacrimosa y forzada, con el viejo muriendo infinitamente ante la ingratitud inconcebible de las hijas... ¿Qué decir? Una trampa para viejas.
No entiendo cómo ha llegado a colarse junto a libros como "El Quijote" y "Crimen y Castigo". Pero no hay que dejarse engañar; recordemos que Balzac escribía más por dinero que por arte.
¡Saludos!
Anónimo dijo...
19 de junio de 2012, 13:00
Para el que habla del Código da Vinci, más arriba:
Cualquier campaña de la iglesia en contra de un libro, hoy en día, al menos, lo ayuda mucho más de lo que lo perjudica.
El escritor escribe para un público. Pero no debe tener tan presente al público mientras escribe.
Quien escribe para movilizar los bolsillos de las masas nunca va a hacer buena literatura, sólo buenos negocios.
Ese libro es fácil, ágil, tiene acción, sexo, intrigas internacionales, misterio, ¡Wow! Dice el que lee, ¿qué más puedo pedir? Encima el lector siente que está aprendiendo algo, que lo que lee es elevado, porque le mezcla temas sobre arte e historia... pero al final no aprende nada, todo era mentira. Salvo que busque una buena fórmula para vender libros...
Ahgh...
Anónimo dijo...
19 de junio de 2012, 13:12