Israel y Alemania mantienen
una enconada lucha por el legado literario de Franz Kafka, que se encuentra en
las cajas fuertes de media docena de bancos de Tel Aviv y un banco de Zurich,
antes de que la jueza Talia Pardo decida a quién pertenecen los
manuscritos y un gran número de cartas inéditas que estuvieron en poder
de Max Brod, amigo y albacea de Kafka, hasta su fallecimiento en 1968.
Meir Heller, abogado de la Biblioteca Nacional de Israel, confirmó este miércoles a
Público que en las cajas fuertes que se han abierto hasta ahora, que no son todas, han aparecido
"varios manuscritos literarios inéditos",
así como una gran cantidad de cartas escritas por Kafka. "El valor de
las cartas también es muy alto. En Basilea se subastó recientemente una
por 125.000 dólares", dice el abogado.
El diario Haaretz reveló
ayer que entre los papeles que ya se han catalogado hay al menos un
cuento inédito del escritor checo de expresión alemana.
Decisión inminente
La
jueza de Tel Aviv anunció que el contenido de las cajas fuertes se hará
público en los próximos días, pero no los documentos de Esther Hoffe,
que durante años fue la secretaria de Brod, y que falleció hace dos años
dejando a sus dos hijas como herederas del legado de Kafka y Brod.
La
Biblioteca Nacional de Israel sostiene que poco antes de su muerte,
Brod expresó su deseo de que el legado de Kafka y el suyo propio fueran a
parar a esa institución. La jueza Pardo tendrá que decidir si en verdad
es así o si la propiedad de los manuscritos les corresponde a las
hermanas Eva y Ruth Hoffe, que aparentemente cuentan con el apoyo del
Archivo de Literatura Alemana de Marbach.
La decisión de la jueza
de publicar el contenido del legado tan pronto como se haya catalogado
se produce como respuesta a la petición del abogado Heller, y en contra
del deseo de las hermanas Hoffe y del Archivo de Literatura Alemana de
Marbach, que también reclama los manuscritos de Kafka y que estaría
dispuesto a comprárselos a las dos hermanas si la jueza decidiera
finalmente que ellas son sus propietarias.
Kafka, que falleció en
1924, era judío aunque nunca llegó a vivir en Israel puesto que entonces
todavía no se había creado el Estado judío en Palestina. De ahí que
la Biblioteca Nacional de Israel diga que tiene el derecho de conservar los tesoros del "pueblo judío" en general, entre los que incluye el legado de Kafka, aunque éste nunca vivió en Israel.
En
su lucha contra la Biblioteca Nacional de Israel, el Archivo de
Literatura Alemana sostiene que es el lugar ideal para conservar los
manuscritos y ponerlos a disposición de los especialistas. El Archivo
considera que el hecho de que Kafka escribiera en alemán, y no en
hebreo, es suficiente para exigir los manuscritos.
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