Polvo en el neón es una obra atípica y exquisita. En ella se combinan la prosa limpia, precisa y llena de texturas del escritor Carlos Castán y las imágenes del fotógrafo Dominique Leyva. La historia gira en torno al reencuentro consigo mismo del protagonista (Quinn) a través de su viaje para tomar posesión de un motel que le deja en herencia una tía lejana. Quinn deja en casa una mujer que le engaña, una amante despechada, y en el camino va reencontrándose con antiguas pasiones y con los restos de su naufragio familiar.
Polvo en el neón es una historia de viajes interiores y exteriores, donde el cambio de motel, cada nueva habitación, los gestos de cada conserje o los sonidos de las habitaciones de los vecinos, son una maravillosa alegoría del vacío interno que el protagonista está empeñado en investigar, conocer y destruir, sin percatarse que esto mismo que desea aniquilar es la propia esencia de su ser.
Piensa en el mar como concepto o símbolo de algo bello y borroso, un lugar donde todos los paisajes se resuelven y ante cuyo despliegue de inmensidad claudica el desierto con todas sus toneladas de sed y sus innumerables alimañas. El mar como un lugar limpio donde nadie entierra cadáveres y los tapa con piedras y tablones, ni alijos ni maletines llenos de dólares manchados de sangre, un sitio en el que no hay hogares donde derretir la médula de una niña, ni casquetes de bala reluciendo al sol ni nidos donde se amontonan las culebras.
Polvo en el neón,
Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva. Tropo Editores
0 comentarios:
Publicar un comentario