Mutis es un autor capaz de escribir algunas de las páginas más hondas, brillantes y existenciales del siglo XX en sus novelas de Maqrrol, el gaviero. A la vez, en su vida personal ha sido un bon vivant y hedonista profesional, organizador de fiestas y gourmet. Realmente, después de leer sus libros, cuesta imaginarse al autor como a una persona frívola y todo puede deberse a un gran malentendido. Lo cierto es que Mutis salió (y no por piernas, sino en avioneta) de Colombia al ser acusado de malversar (o al menos malgastar) fondos de la empresa Standard Oil en la que ejercía de Relaciones Públicas. Unos dicen que Mutis utilizó el dinero para ayudar a disidentes políticos perseguidos y que fue un linchamiento político. Otros mencionan fantásticas cuchipandas organizadas por Mutis, como una en que llenó un avión de músicos y amigos para montar una juerga en las islas del Rosario. No son pocos los escritores que comieron a dos carrillos a costa de la Standard Oil. Ovejero recoge oportunamente unas palabras de García Márquez al respecto: “Mutis estuvo en la cárcel por un delito que disfrutamos muchos escritores y artistas, y que sólo él pagó”. Finalmente cumplió condena (rebajada) en México, país donde ya se quedó para siempre. Mutis, con su habitual ecuanimidad, ha venido a decir que ninguna de las dos versiones es la verdadera, aunque algo haya de ambas. Su paso de quince meses en la cárcel parece que atemperó la frivolidad de este hijo de diplomático, criado en buenos colegios de Europa y acostumbrado a la buena vida, que desde entonces ha sido autor de páginas de una altura extraordinaria.
Álvaro Mutis