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MITOS DE LA LITERATURA



Desconfiad de lo que opina la mayoría, el personal, es masa informe llamada humanidad. Porque la mayoría suele equivocarse. Ya lo decía el filósofo Gustavo Bueno: “100 individuos, que por separado pueden constituir un conjunto distributivo de 100 sabios, cuando se reúnen pueden formar un conjunto atributivo compuesto por un único idiota”.

O como ha demostrado experimentalmente Dieter Frey, profesor de psicología en Munich, los grupos se aferran más habitualmente que los particulares a las informaciones que les resultan agradables, dudan menos del acierto de sus decisiones y hacen menos caso de los argumentos contrarios, por muy cargados de razón que vengan. Es lo que se denomina disonancia cognitiva de los grupos.

También el tamaño de los grupos influye en la anchura del horizonte mental de los mismos. Cuando el número de afiliados crece, la convicción en cuanto al acierto de las decisiones también lo hace. En ellos es también especialmente unilateral la búsqueda de informaciones favorables, y rechazan la disonancia. De ahí nacen la mayoría de los mitos, por ejemplo.


Naturalmente, los mitos también salpican a la literatura. He aquí una muestra de ello:
1. Los zapatos de Dorohty no eran rojos

A pesar de que en la película de El mago de Oz Dorothy emplea unos zapatos rojos para regresar a casa, lo cierto es que los zapatos, en la novela, eran plateados.

El maravilloso mago de Oz, la novela de L. Frank Baum, fue el libro infantil más vendido durante los dos años que siguieron a su publicación en 1900. Se ha traducido, desde entonces, a más de cuarenta idiomas, y hasta se han escrito decenas de secuelas, precuelas, versiones alternativas y demás. Mi favorita, por cierto, Wicked, El Mago de Oz contado por la Bruja del Oeste.

La adaptación cinematográfica dirigida por Victor Fleming también tuvo un éxito rotundo. En 2009, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos la escogió como la película más vista de la historia. Además, es ya un icono rey reconocido.

Al parecer, para la película se decidió cambiar el color de los zapatos de Dorothy porque el productor, Marvyn LeRoy, quería que destacaran más en pantalla. Y es que El mago de Oz solo era la segunda película filmada en Technicolor, y con el nuevo proceso, algunos colores aparecían más nítidamente que otros. Por ejemplo, el departamento artístico tardó más de una semana en hallar un amarillo para el Camino Amarillo que no pareciera verde en pantalla.

Ahora, por esa circunstancia técnica, la mayoría de nosotros asociamos el rojo con los zapatos de Dorohty. Lo cual dice muy poco del número de personas que realmente se han leído la novela.

NO TE QUEDES EN BLANCO





La editorial argentina Eterna Cadencia ha publicado un libro cuyo contenido desaparece aproximadamente 60 días después de ser abierto por primera vez.

Se trata de “El Libro que no Puede Esperar”, un concepto con el que esta editorial pretende incentivar la lectura. Para ello, los libros, que se venden envasados al vacío, son impresos con una tinta especial que se degrada al entrar en contacto con la luz y el aire, hasta desaparecer por completo.


TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS





ISBN
978-84-1532-556-7
EAN

9788415325567

Fecha de publicación
04/10/2012

Formato
14,30x21,10x0,40cm
196 gs.
128 pags. 







  Trenes rigurosamente vigilados, la novela más conocida de Bohumil Hrabal, es una divertida y entrañable historia sobre la resistencia frente al invasor alemán durante la Segunda Guerra Mundial, protagonizada por los empleados de la estación de tren de un pequeño pueblo checoslovaco. El descubrimiento del amor y del deseo están presentes en la narración del despertar al mundo adulto del aprendiz y verdadero héroe de la novela, que sigue los pasos del hedonista factor de la estación tras la atractiva telegrafista. La ingenua humanidad que transmiten estos personajes se convierte en solemne cuando su forma de entender la vida, de entender lo que es un hombre, los lleva a rebelarse ante el invasor no ya con la palabra y la ironía, sino arriesgando su vida. Una imprescindible y sabia reflexión sobre lo que significa ser humano. (Texto de la contraportada) 
Este año, el año cuarenta y cinco, los alemanes ya no dominaban el espacio aéreo de nuestra ciudad. Y menos aún el de toda la región, el del país. Los ataques de la aviación habían desbaratado las comunicaciones de tal manera que los trenes de la mañana pasaban a mediodía, los de mediodía por la tarde y los de la tarde por la noche, así que a veces sucedía que el tren de la tarde llegaba sin un minuto de diferencia con lo que marcaba el horario, pero eso se debía a que era el tren de pasajeros de la mañana que llevaba cuatro horas de retraso. Anteayer un caza enemigo ametralló encima de nuestra ciudad a un caza alemán hasta quitarle un ala. Y el fuselaje se incendió y cayó en algún lugar en el campo, pero el ala aquella, al soltarse del fuselaje, arrancó varios puñados de tornillos y tuercas, que cayeron sobre la plaza y les abollaron las cabezas a unas cuantas mujeres.

COSAS TRANSPARENTES

portada de 'Cosas transparentes''Cosas transparentes'

Vladimir Nabokov

ANAGRAMA

Y, como resultado de esos viajes, Person se enamorará, se casará, se verá envuelto en un asesinato, será encarcelado, se sumirá en un periodo de locura e indagará en los enigmas de su pasado. Una inquietante nouvelle perversamente cómica e intensamente lírica.

«Ha dominado todos los trucos técnicos de la novela y ha inventado unos cuantos más de cosecha propia» (Peter Ackroyd).

«Nabokov escribe prosa del único modo en que debería ser escrita, en éxtasis» (John Updike).

«Misteriosa, siniestra y hermosamente melancólica» (Martin Amis).




Aquí está la persona que necesito. ¡Hola, persona! No me oye.
Tal vez si existiera el futuro, concreta e individualmente, como algo que un cerebro superior pudiera discernir, el pasado no sería tan seductor: sus exigencias estarían equilibradas por las del futuro. Entonces las personas podrían sentarse a horcajadas en el centro del balancín cuando examinaran este o aquel objeto. A lo mejor sería divertido.
Pero el futuro carece de semejante realidad (como la poseen el pasado que nos representamos mentalmente o el presente que percibimos); el futuro no es más que una figura retórica, un espectro del pensamiento.
¡Hola, persona! ¿Qué ocurre? No tires de mí. No le estoy molestando, de veras. Oh, de acuerdo. Hola, persona... (por última vez, en voz muy baja).

PASAR PÁGINA

LA NOSTALGIA DE LA PÁGINA

Recordatorio de los ímprobos esfuerzos de los fabricantes de hardware y software por acercar sus productos a lo que no son, quede este divertimento:





En esta era de publicaciones en pantalla hay un elemento que permanece inalterable: la fascinación por la página tipo códice. Ya sea en un visor de PDFs que permite leer un periódico en el ordenador (arriba, El País) o en una aplicación para télefono avanzado (abajo, iBooks en un iPhone) hay un intento de recrear la sensación de paso de una página de papel.



Pero ello se hace siempre con refinamientos, no vaya a ser que la ilusión no sea completa: ¡iBooks llega a tomarse la molestia de reproducir la página que se gira como si se transparentara desde detrás! (abajo vemos un detalle). Este horrendo efecto en realidad nos remite a la penosa lectura de libros en papel Biblia…



Y El País trata cuidadosamente la sombra de la esquina cogida por el puntero vía ratón:



¿Y qué decir de las aplicaciones que arrugan la página (y que incluso hacen un ruidito de papel crujiente)?



Y pasando al hardware: ¿por qué esa fascinación recurrente por los aparatos de dos pantallas enfrentadas, como el Libretto?



Y ya en el dominio de las interfaces táctiles, ¿cómo considerar este prototipo de e-readerque tiene un mando para pasar página como quien arquea y retiene el borde de un libro (o, ya puestos, de un manga)?





NACIDOS POR ERROR



La mala traducción, un error en la escritura o un mero capricho ha sido el origen de muchos de los términos actuales, así como de algunas creencias populares. Vamos a repasar las más curiosas.

-El acné no debía llamarse acné. En inglés, la palabra “acné” se usó por primera vez en 1835, pero su origen se halla en un error ortográfico asirio de hace ya mil quinientos años. En el siglo VI, Aecio Amideno, un médico de la ciudad de Amida (en lo que ahora es Turquía), acuñó una palabra nueva, akne, para describir un grano. Había querido escribir Akme (punto, en griego). Hoy acmé significa otra cosa: definición. No confundir con Acme, la ficticia fábrica de gadgets a los que recurría el tal para cazar al Correcaminos.

-La partícula de Dios. El bosón de Higgs, bautizado popularmente por León Lederman como la partícula divina en realidad debía llamarse la partícula puñetera (The Goddam Particle). Al parecer, el editor de libro de Lederman consideró que tal expresión era muy fea y decidió convertir en Goddam en God. Ahora la partícula, que nada tiene de divino, al llamarse como se llama por capricho, ha conseguido atraer incluso la atención de la Iglesia.

-Aunque suponemos que los libros que menos errores deben incluir en sus páginas son los que tratan de ciencias exactas, como las matemáticas, incluso un libro de Arquímedes (287-212 a de C.)contiene errores intencionados para confundir a sus competidores y atrapar a los que quisieran hacer pasar como suyos sus postulados matemáticos. El libro es un tratado titulado De Shaera et cylindro (De la esfera y el cilindro).

-El error del hierro de las espinacas. Las espinacas, en realidad, sólo contienen 17 miligramos de hierro por cada kilo de verdura. Las judías cocidas, por citar un ejemplo, llegan a los 76. La razón de este idea equivocada hay que buscarla en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial, cuando las autoridades encargaron a un presunto experto la búsqueda de un alimento rico en hierro para introducirlo en la dieta infantil. El comisionado leyó en un texto científico alemán que las espinacas contenían mucho hierro, sin fijarse en que se trataba de una errata de imprenta.

-También hay errores intencionados de lugares geográficos a causa de las servidumbres fonéticas. Pago Pago, el principal puerto del archipiélago de las islas Samoa, en el Océano Pacífico, se llama así debido a un error deliberado producido por los misioneros europeos que trataron de escribir las costumbres del lugar y hacer un glosario del habla local. Al parecer, la mayor parte de las palabras de los habitantes de esta región contienen un sonido de “n”. Como no existían tantos tipos de plomo con esa letra en las imprentas locales, se vieron obligados a eliminar algunas en su libro, que luego se difundió con estos cambios. En realidad, el nombre que los nativos habían dado a su isla era Pango Pango.

(Fuente: Papel en blanco)

DE AFORISMOS

aforismo.
(Del lat. aphorismus, y este del gr. ἀφορισμός).
1. m. Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte.




http://www.laincreiblemaquinaaforistica.com/


(El escritor e ingeniero informático Ginés S. Cutillas inventa un artefacto online que permite combinar palabras de forma aleatoria y con sentido)



Nietzsche los llamaba "sentencias" o "dardos", Novalis; "polen", para Baudelaire eran "cohetes", Cioran se refería a ellos como "pensamientos estrangulados", y René Char los apodaba "hojas de Hypnos".


Con la muerte de Carlos Edmundo de Ory, despedíamos a uno de nuestros mejores poetas, pero también a un maestro del texto breve, incisivo, que utiliza el humor para encontrar túneles en el pensamiento de la ortodoxia. Sus 'areolitos' son contusiones al orden establecido y, así, ve "molinos de viento en los gigantes" asegura que "una estatua rota es una extatua" o canta a "la gula que estrangula". Mientras danza con la ironía, nos grita que "a la hora del insomnio" le "visitan soldados muertos" o que "las olas son saliva de la luna".

En España, sin duda, el gran mago de este género – si es que de taxonomías hemos de hablar – es Ramón Gómez de la Serna, con la ecuación (metáfora + humor) de su maravilloso invento: la "greguería". Hace tan sólo dos años La Fábrica publicaba 400 inéditas hasta ese momento, con las que el escritor conseguía demostrar, una vez más, que las analogías podían convertir dos objetos - o ideas - aparentemente alejados, en dos piezas imprescindibles de un motor nuevo, que funciona gracias al asombro y la sorpresa. De este modo, la "prisa se había puesto la sombra del revés", "la lluvia cree que el paraguas es su máquina de escribir" o el "teléfono" se transforma en el "enchufe de oreja a oreja".

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