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LIBROS SAGRADOS PARA HOMBRES LIBRES


Es muy probable que la mayoría de vosotros ya conozca Letters of Note, un interesantísimo blog editado por Shaun Usher dedicado a reunir, como su propio nombre indica, cartas dignas de mención y “correspondencia merecedora de una mayor difusión”. Entre todas las cartas reunidas por Usher hay muchísimas verdaderamente notables y os animo a que exploréis sus archivos en profundidad. Esta que hoy os traigo es una de las más recientes en incorporarse a la colección y me ha parecido particularmente apropiada para estos tiempos crispados y regresivos que corren. Es una carta enviada el 16 de noviembre de 1973 por un cabreado Kurt Vonnegut a un tal Charles McCarthy, director del instituto de Drake, Dakota del Norte, después de que éste, tras haberse enterado de que un profesor  estaba utilizando su extraordinaria novela Matadero Cinco como lectura en clase, hubiera ordenado quemar en la caldera del edificio 32 ejemplares de la misma  (por considerar que utilizaba “lenguaje obsceno”), inaugurando así un periodo de “quemas” que no tardó en saltar a los medios de comunicación.

Querido Sr. McCarthy:

Le escribo en su capacidad de director del Instituto Drake. Me cuento entre aquellos escritores norteamericanos cuyos libros han sido destruidos en la ahora famosa caldera de su escuela.
Ciertos miembros de su comunidad han sugerido que mi obra es maligna. Esto me resulta extraordinariamente insultante. Las noticias que llegan desde Drake me llevan a pensar que los libros y los escritores son para ustedes algo muy irreal. Le escribo esta carta para hacerle saber lo real que soy.
También quiero que sepa que mi editor y yo no hemos hecho absolutamente nada para explotar las desagradables noticias provenientes de Drake. No nos palmeamos mutuamente las espaldas, congratulándonos por todos los libros que vamos a vender con la polémica. Hemos rechazado aparecer en la televisión, no hemos escrito ni una sola carta encendida a los periódicos ni hemos concedido largas entrevistas. Sentimos enfado, repulsa y tristeza. Y ninguna copia de esta carta le ha sido enviada a nadie más. Tiene usted en sus manos la única copia. Es una carta estrictamente privada escrita por mí para el pueblo de Drake, que tanto ha hecho para dañar mi reputación a ojos de sus hijos y posteriormente a ojos del mundo. ¿Tendrá el coraje y la ordinaria decencia de mostrarle esta carta al pueblo o también ella acabará consignada a los fuegos de su caldera?
Supongo a partir de lo que leo en los periódicos y oigo en televisión, que me imaginan, a mí y también a otros escritores, como a una especie de individuo ratonil que disfruta ganando dinero envenenando las mentes de los jóvenes. En realidad soy una persona grande y fuerte, de cincuenta y un años, que realizó muchos trabajos agrícolas de niño, hábil con las herramientas. He criado a seis niños, tres míos y otros tres adoptados. Todos han salido bien. Dos de ellos son granjeros. Soy un veterano de infantería de la Segunda Guerra Mundial y tengo un Corazón Púrpura. Me he ganado lo que sea que tenga trabajando duramente. Nunca he sido arrestado ni demandado por nada. Me he ganado la confianza de los jóvenes y de los demás en mi trato con los jóvenes de tal manera que he trabajado en las facultades de la Universidad de Iowa, Harvard y el City College de Nueva York. Todos los años recibo como mínimo una docena de invitaciones para dar charlas inaugurales en universidades e institutos. Probablemente no haya otro escritor de ficción norteamericano vivo cuyos libros sean más usados en las escuelas.
Si se molestaran en leer mis libros, en comportarse como lo harían personas educadas, sabrían que no son sensuales ni defienden ningún tipo de comportamiento salvaje. Ruegan que la gente sea más amable y más responsable de lo que a menudo suele serlo. Es cierto que algunos de los personajes hablan rudamente. Esto se debe a que las personas hablan rudamente en la vida real. Particularmente los soldados y aquellos que tienen trabajos duros hablan rudamente, e incluso el más protegido de nuestros hijos lo sabe. Y todos sabemos, también, que en realidad esas palabras no causan apenas daño a los niños. No nos lo causaron a nosotros cuando éramos jóvenes. Eran las malas acciones y las mentiras lo que nos causaba perjuicio.
Tras haber dicho todo esto, estoy seguro de que se mostrará presto a responder: “Sí, sí, pero sigue siendo nuestro derecho y nuestra responsabilidad el decidir qué libros deben leer nuestros hijos en nuestra comunidad”. Esto es efectivamente así. pero también es cierto que si ejercitan ese derecho y cumplen esa responsabilidad de manera ignorante, burda y antiamericana, la gente se verá justificada para llamarles malos ciudadanos y necios. Incluso sus hijos se sentirán justificados para llamarles así.
He leído en el periódico que su comunidad está perpleja ante el escándalo que se ha extendido por todo el país a raíz de sus acciones. Bien, han descubierto que Drake forma parte de la civilización norteamericana, y que sus conciudadanos no soportan que se hayan comportado ustedes de manera tan incivilizada. Quizás con esto aprendan que los libros son sagrados para los hombres libres por muy buenos motivos, y que se han luchado guerras contra naciones que odian los libros y los queman. Si son ustedes americanos, deben permitir que todas las ideas circulen libremente en su comunidad, no únicamente las suyas.
Si usted y su junta directiva están decididos a mostrar que tienen, en realidad, sabiduría y madurez en el ejercicio de sus poderes sobre la educación de los jóvenes, deberían reconocer que ha sido una lección nauseabunda la que les han enseñado a los jóvenes de una sociedad libre, con su denuncia y posterior quema de libros. Libros que ni siquiera han leído. También deberían mostrarse dispuestos a exponer a sus hijos a todo tipo de opiniones e información, para que puedan estar mejor equipados para tomar decisiones y sobrevivir.
Una vez más: me han insultado, y soy un buen ciudadano, y soy muy real.

Kurt Vonnegut
 (Leído en Cutura impopular)

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