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LA SEGUNDA FRASE

DECÁLOGO DEL IMPERFECTO CUENTISTA

Como todo cuentista que se precie termina componiendo un decálogo, y dado que muchos de quienes visitáis esta humilde morada sois también cuentistas o amantes del género, aquí os dejo el mío, que acabo de pergeñar sin el menor ánimo pontificador, tan sólo con el propósito de exponer de forma divertida el puñado de intuiciones que me guía cada vez que abordo un relato. Pese a vuestras discrepancias, espero que os resulte al menos entretenido. Y recordad que también se puede escribir un buen cuento infringiendo cualquier decálogo, especialmente este.
1.- La importancia de la segunda frase. Suele decirse que las dos frases más importantes del relato son la primera y la última. La primera porque, aparte de incitar a la lectura, en ella debe hallarse embotellado el cuento, y la última porque debe volver coherente lo anteriormente expuesto. Pero yo quisiera aprovechar para reivindicar el valor de la segunda frase, a la que no se le da importancia pero que en mi opinión es clave, pues establece la manera en la que va a contarse la historia. En la segunda frase está contenido el ritmo de la narración, el tono del narrador y su forma de tratar la historia que va a contarnos.

2.- La importancia del perro. Este punto hace referencia a la economía de elementos que debe caracterizar a todo relato que se precie. Si el protagonista, en un determinado momento de la narración, se desentiende de la acción para comprar un perro, ese perro debe salvarle la vida para ganarse su inclusión en el relato. Por esa misma regla, el árbol genealógico del protagonista será más o menos frondoso en relación con el argumento. El personaje tendrá hermanos, madre, esposa, ex esposa, sobrinos, o abuelos solo si estos le ayudan a sostener la cruz de la trama. Ninguno puede presentarse a cenar con las manos vacías.
3.- El tamaño no importa. De los variados elementos que caracterizan el relato, el menos determinante es su extensión. Un relato debe tener la extensión que necesite, y será relato siempre que tenga osamenta de relato. Si carece de digresiones, subtramas, anécdotas y demás adornos de la novela, será relato aunque tenga 200 páginas, y si carece de las características del microrrelato, es decir, si continua manteniendo su patrón diáfano de presentación, nudo y desenlace, no será un microrrelato aunque tenga una sola línea.
4.- La amenaza del espacio exterior. Un relato debe terminar en sorpresa, no porque sea obligado, sino porque todo cuento debe contar una historia, y toda historia debe estar alumbrada por una mudanza narrativa o conflicto. El relato sorprende con el material que nos ha sido dosificado en las páginas que lo componen: la sorpresa nunca debe venir del espacio exterior, ser ajena al relato, debe estar oculta en él como un polizón.
5.- La importancia del final. Un cuento puede tener muchos principios, pero un solo final. Si uno no tiene un final, no debería escribir un relato a menos que sea Hipólito G. Navarro o un genio.
6.- El cuidado de la poda. Un cuento no estará terminado hasta que en la corrección no podamos quitarle nada más. Por otro lado, una poda excesiva puede malograr el relato al robarle parte de sus virtudes.
7.- La importancia del silencio. Por mucho que los personajes hablen, un cuento solo debe tener diálogos si es imprescindible.
8.- La importancia de la mentira. Escribir un relato consiste en engañar, mentir, despistar al lector. En hacerle mirar para otro lado mientras le robamos la cartera.
9.- La importancia de saber convertirse en otro. Uno debe pensárselo muy bien al dar por terminado un relato, porque una vez acabado el cuento debe expresar todo lo que ha querido decir su autor mientras este guarda silencio. Si alguien tiene que explicar un chiste es que lo ha contado mal. Todo autor, en fin, debe metamorfosearse en lector antes de dar por válido un cuento.
10.- La escasa importancia del decálogo. El que un escritor pueda redactar un buen decálogo no implica que pueda escribir un buen cuento, y viceversa.
(Artículo cedido por el escritor Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, 1968) - Publicado en El blog de Félix J. Palma el 22/09/2008)

 

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