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VIVIR DEL CUENTO

Las letras españolas viven del cuento.

Este es el artículo de Juan Bonilla que publicó el pasado  dos de julio el Cultural de El Mundo y que ha levantado tanta polémica.

En la fotografía Anton Chejov y Olga Knipper

JUAN BONILLA
Si te tiras en el área sin que el contrario te haya tocado, no te gritarán “¡novelista!”, ni “¡dramaturgo!”: te gritarán “¡cuentista!”. Al que vive dedicándose a nada, no se le dirá que “vive de la poesía”, ni siquiera que “vive de la columna de opinión”: se le dirá que “vive del cuento”. En fin, el que gusta de exagerar sus males no tiene “mucho ensayo”, ni “mucho poema”: tiene “mucho cuento”. Se ve que el cuento tiene primero que luchar contra el lenguaje común, para ir deshaciéndose de los tópicos que lo castigan. Uno de ellos dice que es un género menor, un buen laboratorio para novelistas. De hecho no es raro que cuando llega el verano, las revistas que publican “relatos estivales” los soliciten a novelistas conocidos que no han destacado precisamente como autores de cuentos. Es como dar por hecho que para jugar al futbolín, lo mejor es llamar a Cristiano Ronaldo. Cualquiera que haya publicado un primer libro de cuentos, se habrá enfrentado a la pregunta insidiosa -de parte de periodistas o de editores-: ¿para cuándo una novela? “Ha demostrado su buen hacer en el campo de la ficción breve, ahora falta que dé el salto a empeños más ambiciosos”, puede leerse a veces en la coda crítica con la que se rematan algunas reseñas sobre libros de cuentos, como si en este género no se pudiera ser ambicioso.

Y sin embargo, basta mirar las mesas de novedades de las librerías para tener la impresión de que el cuento vive algo así como un auge. Editoriales principales le han perdido hace tiempo el miedo a otro de los tópicos con los que se enfrenta el cuento: sus salidas comerciales son pocas.


Un lugar constante, de honor.


La directora de Seix Barral, Elena Ramírez, que ha publicado libros de relatos Ignacio Martínez de Pisón o los americanos Ron Currie y Wells Tower, preguntada por el lugar que ocupan los libros de relatos en el catálogo de Seix, dice: “Un lugar constante. Quiero decir que publicamos pocos libros de relatos, porque es un género con difícil salida, pero no dejamos de hacerlo porque la buena literatura no sabe de géneros. Hipólito G Navarro, Miranda July, Amy Hempel... El año que entra los cuentos de Lydia Davies o Kelly Lynk, junto con los de William Goyen serán un broche de honor en nuestra programación.” Uno de los grandes libros de relatos que se han publicado este año es La palabra del mudo, del peruano Julio Ramón Ribeyro: recopila todos los relatos de este maestro que durante muchos años ha pasado por autor menor, precisamente por su dedicación principal al relato breve. Otro de los grandes momentos de la temporada ha sido Dios ha muerto de Ron Currie. Curiosamente en la contraportada, Seix Barral se refiere al libro en todo momento como una novela, lo que da ocasión al cronista a ponerse picajoso y preguntar por el asunto. La editora responde: “Lo llamamos novela porque aquí no tenemos la denominación americana de ‘a novel in stories'. El cuento inicial establece una premisa, la muerte de Dios, y una ambientación y sentido unitario a todas las historias.” En cuanto a si son buenos tiempos para el relato breve, Elena Ramírez comenta: “Iba a decir que la crisis y la apuesta por el valor seguro complican la cosa, pero seamos sinceros, nunca lo han sido. Son buenos tiempos para la especialización, y hay editoriales centradas en el relato que ya son referenciales, y buenos tiempos para la sorpresa”.

Una de esas editoriales, la principal seguramente, es Páginas de Espuma, dirigida por Juan Casamayor, que preguntado acerca del espejismo de que vivimos un auge del libro de relato responde: “No se trata desde luego de un boom. Hay un crecimiento sostenido de lectores. El cuento es un género de lectores, silenciosos y cómplices, que desde luego existen, leen y compran libros. Regularmente se hacen reportajes especiales como este y se habla en términos de alza o boom del cuento. Pero no hay nada de eso. Hay detrás buen cuento, iniciativas de mucho trabajo y un contexto lector que va sumando lectores. En este género son factibles el best seller, el long seller y el funcionamiento de un buen catálogo de fondo.”

Páginas de Espuma lleva diez años “viviendo del cuento”. Por un lado antologías (temáticas y geográficas), muy alimenticias, como diría Buñuel, y por otro construyendo un catálogo que reúne autores de referencia y nuevos valores. El proyecto, basado en la vocación y en la militancia, ha conseguido cuajar y se ha consolidado lo suficiente como para exportar su idea de “vivir del cuento” a sus sedes en México y Argentina. Entre sus proyectos inmediatos brilla la publicación del nuevo libro de Medardo Fraile, Antes de un futuro imperfecto. Entre las razones por las que el cuento puede decir que pasa por una buena racha, Juan Casamayor ve las siguientes:

  • Una mayor sensibilidad editorial frente a la política del "descanso del novelista" o el libro de cuentos como cláusula de contrato de novela.
  • Mayor esfuerzo y especialización en los medios de comunicación (aún hay que oír a algún responsable de cultura que si fuera novela haría encantado la entrevista al autor de turno) y en la red comercial los libros de cuentos tienen su visibilidad (ahí está la librería Tres Rosas Amarillas, dedicada al cuento).
  • La creación de nuevos premios es otro síntoma. El premio Internacional Ribera del Duero de Narrativa Breve, convocado recientemente en su segunda edición, está dotado nada menos que con cincuenta mil euros.” Hay otros premios destacables: el Setenil, que se concede cada año al mejor libro de relatos de la temporada, y los NH Mario Vargas Llosa, con sus tres modalidades, a mejor cuento, a mejor libro de cuentos inédito, y a mejor libro de cuentos editado.
Clásicos recuperados

No es Páginas de Espuma la única editorial dedicada casi en exclusiva al relato breve. Menoscuarto es otra de las firmas que proporciona grandes alegrías a las mesas de novedades de las librerías españolas. Acaban de sacar los cuentos reunidos de Carmen Laforet, y en su catálogo brilla la recuperación de un cuentista inevitable, de los mejores de nuestra posguerra: Daniel Sueiro. Tropo Editores es otra de esas editoriales pequeñas que se han embarcado en la aventura de apostar por el cuento -con especial atención a los primeros libros.

En los orígenes de la ficción

Pero no sólo de estas pequeñas editoriales vive el relato breve. En el catálogo de Anagrama nunca faltaron los libros de cuentos. Acaba de editar los Cuentos Completos de Roberto Bolaño, un libro de relatos de Bryce Echenique, otro del mexicano Sada y otro de Kazsuo Ishiguro, pero publicaron el primer libro de Eloy Tizón y puntualmente publican los libros de Sergi Pamiés o Quim Monzó, dos de los pocos cuentistas que, inmediatamente, colocan las ediciones originales de sus libros -publicadas por Quaderns Cremá- en las listas de más vendidos. Sus autores emblemáticos -Alvaro Pombo, Molina Foix, Pisón o Vila-Matas antes de que lo fichara Seix Barral- publican libros de cuentos sin necesidad de cambiar de sello.

También Pre-Textos dedica particular atención al relato breve. De una tacada ha sacado esta primavera cuatro libros de relatos, entre ellos uno que quien esto firma recomienda vivamente: La ciudad desplazada de J.M. Conget, un conjunto de ocho cuentos intensos, divertidos y memorables. ¿Cómo se siente en el cuento?: “Me gusta la palabra cuento que me retrotrae a los que supongo que fueron los orígenes de la ficción: los relatos orales y nocturnos, ‘las historias que cuentan las viejas alrededor de la lumbre', la fábula susurrada al niño para ayudarlo a entrar en el sueño. Independientemente de la escasa comercialidad del cuento en la industria editorial española, y de los degradados hábitos de lectura que ese poco éxito denuncia, creo que el cuento-y disculpen la pomposidad- es inmortal y uno debería sentirse orgulloso de practicar, con todas sus limitaciones, la antigua profesión de narrador, la más hermosa del mundo. Al fin y al cabo, la vida es un cuento contado por un idiota, ya lo dijo un viejo escritor y yo me lo suelo repetir sin amargura, con alegría.”

Excelente creación en marcha

Casamayor apunta a modo de resumen: “En estos momentos vivimos un momento muy bueno del género. El motivo principal es que hay una excelente creación literaria en marcha. Conviven muy buenos cuentistas de distintas generaciones, y coexisten bien. Esta convivencia en gran medida se debe a la madurez de los cuentistas nacidos en la década de los sesenta que empezaron a publicar sus libros en los noventa. Podemos añadir a esta creación la importante irrupción en esta última década de la mujer en el cuento: las hay sorprendentes: Irene Jiménez, Carola Aikin, Nuria Labari, Mercedes Cebrián o Patricia Esteban Erlés me parecen nombres a tener en cuenta”. El cronista puede añadir otro: Pilar Adón, autora de El mes más cruel, que en menos de un mes -nada cruel- ha conseguido alcanzar la segunda edición (y en un par de semanas se imprime la tercera) y cuya autora ha sido destacada como Nuevo Talento FNAC. Son catorce relatos que hablan de relaciones interfamiliares de dominación, del concepto que tenemos de nosotros mismos, de las enormes tragedias que suponen actos aparentemente sin importancia, del afán de huída, de la búsqueda de un hogar, delicados en su forma, pero demoledores en su subtexto. El editor del libro, Enrique Redel, de Impedimenta, hace memoria: “Cuando yo empecé en este negocio solíamos referirnos a los libros de relatos con una etiqueta bastante peculiar: ‘Veneno para la taquilla'. Eso ha cambiado radicalmente. Impedimenta es un caso paradigmático. Todos mis autores españoles (Andrés Ibáñez, Méndez Ferrín y Pilar Adón) son autores de libros de relatos. Y los tres han funcionado excepcionalmente. Creo que aquellos prejuicios de los ochenta, en que el género rey era la novela, han dado paso a un panorama en que novela y libros de relatos conviven, y en el que los libros de relatos están empezando a ganar la batalla a las novelas. El relato se digiere mejor, es más intenso, más directo. La narrativa corta en general (los cortos, los comerciales, el microrrelato, los relatos para leer en las paredes del metro) conoce actualmente un predicamento sin precedentes. Creo que le hemos perdido el miedo”.

Pero ¿hay un lector fiel al género y resulta difícil aumentar su número con lectores ocasionales que sólo se acercan al género cuando un autor predilecto publica un libro de relatos? Redel lo tiene claro: “No. Contaré mi caso. Yo, hasta hace no mucho, no he sido especialmente aficionado al género, o a la modalidad. Poco a poco he ido comprobando que lo mejor que leía de los autores que más admiraba eran sus libros de relatos (Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón; La hija de la puta, de Richard Russo; El perfume del cardamomo, de Andrés Ibáñez; o El lento aprendizaje, de Thomas Pynchon). Esto es, yo soy un lector de novela que poco a poco ha constatado que hay libros de relatos magníficos que se pueden leer sin ese prejuicio de género. Creo que actualmente el lector de narrativa es múltiple, y aunque hay muchos lectores de género breve que sólo leen relatos, la mayoría pasa de una distancia a otra sin pensarlo.”

Mejor en la corta distancia

Para terminar, nada mejor que hacerlo con el optimismo militante del editor de Impedimenta: “Creo que la salud del cuento español es excelente. El nivel de los libros de relatos es altísimo últimamente, y estoy llegando a pensar que, igual que hubo una época dorada de la novela española (que coincidió con el boom en los ochenta de autores como Rosa Montero, Juan José Millás, Javier Marías, Eduardo Mendoza, etcétera,) los dos mil parecen haber alumbrado toda una nueva generación de narradores cuyos mejores frutos los encontramos en la distancia corta: Eloy Tizón, Mercedes Cebrián, Andrés Ibáñez, Fernando Iwasaki, Pilar Adón o Andrés Neuman. El relato se cultiva cada vez más en España, hay editoriales especializadas en el género, y cada vez más editoriales generalistas apuestan fuerte por él (porque dan resultado). Me atrevo a decir que los nuevos derroteros de la creatividad literaria española, en los últimos años, van por el terreno del relato.”

Quince que han hecho historia

Los críticos de narrativa de El Cultural hacen balance del siglo XX, una centuria con mucho cuento, y nos recomiendan, entre otros muchos, estos quince libros esenciales:
Vidas sombrías, de Pío Baroja (1900)
Jardín umbrío, de Ramón María del Valle-Inclán (1920)

La cabeza del cordero, de Francisco Ayala (1949)

Cabeza rapada, de Jesús Fernández Santos (1958)

El corazón y otros frutos amargos, de Ignacio Aldecoa (1959)
Historias de Artámila, de Ana María Matute (1961)

Gente de Madrid, de Juan García Hortelano (1967)

Sub rosa, de Juan Benet (1973).

Cuentos completos, de Carmen Martín Gaite (1978)

Largo noviembre de Madrid, de Juan Eduardo Zúñiga (1980)

Cuentos del reino secreto, de José Mª Merino (1982)

Los altillos de Brumal, de Cristina Fernández Cubas (1983)

Teniente Bravo, de Juan Marsé (1987)

Brasas de agosto, de Luis Mateo Díez (1989)

Cuentos del medio siglo, de Antonio Pereira (1999).

7 comentarios:

Hola.
Resulta curioso que un publireportaje editorial tan insulso (idéntico a otro que se publicó en el País hace un par de meses y que también pusíste) pueda resultar polémico.
La inmensa mayoría de los autores de cuentos que se citan en los dos artículos son prescindibles y carecen de peso alguno en la historia contemporánea del cuento.
¿Cómo se puede hablar del cuento español sin mencionar a Cunqueiro, Fernández Flórez, Chacel, Mayoral o de la Serna? ¿Cómo se puede hablar del cuento en español sin mencionar a Poniatowska, Castellanos, Bombal, Palacio o Ibargüengoitia? ¿Cómo se puede hablar del resurgir del cuento en las librerías sin mencionar las ediciones de los grandes del género como (al menos el artículo menciona a Hempel) Munro, Welty, Gallant, Faulkner, Capote, ...?
¿Cómo se puede hablar del resurgir del cuento del siglo XX en las librerías sin mencionar a Kiss, Platonov o Babel?
El artículo no es polémico, es simplemente tan prescindible como la mayoría de autores que menciona. Artículos como estos sólo ayudan a que quien nunca se haya acercado al cuento, se aleje definitivamente de él.
Los suplementos culturales existen como promoción de los grupos editoriales amigos, nada tienen que ver con la cultura, es la triste realidad.
Un saludo.

10 de julio de 2010, 13:24  

Resulta curiosa su extrañeza por la polémica suscitada por este reportaje ya que su comentario es un claro ejemplo del porqué de dicha controversia.
Sólo cabe decir de dicho reportaje que, como poco, ha sido capaz de soliviantar su ánimo lo suficiente para decidirse a escribir su opinión en este blog, cosa que es de agradecer, primero porque deja constancia de grandes e imprescindibles cuentistas que no aparecen en el “polémico”. Y segundo, porque su intervención es una muestra de las causas de dicha polémica.
No me queda más que felicitarla por su seguridad en lo que es prescindible e insulso de lo que no lo es. Si me acepta una sugerencia le propongo que lea una fábula: El balde chino. Verá cómo lo que aparentemente es sustituible tiene su lado positivo. Como casi todo en la vida.

Un saludo de un paxarín lleno de dudas.

14 de julio de 2010, 16:10  

Es lo malo de las cosas escritas, no se aprecia el tono. Mi tono no era, o no pretendía ser, polémico. La idea, tal vez mal expuesta, no era atacar el catálogo del autor para sustituirlo por otro, era poner de manifiesto lo insulso del artículo, y algo insulso no puede ser polémico. La polémica es otra cosa.
Por eso lo relacionaba con el otro artículo que se publicó en el País y que también se publicó en este blog. Se han gastado páginas de diarios y suplementos en no aportar nada, excepto publicidad a amigos o compañeros de editorial, sobre el auge del cuento del que hablan. Y eso no es polémico. "Polémico" es una etiqueta que le queda grande.
Además, que yo ataque (que no lo hago aunque lo haya parecido) al artículo no lo convierte tampoco en polémico, la de polemista es una etiqueta que me queda muy grande a mí.
Tener seguridad a la hora de elegir entre Cunqueiro y Monzó, o entre de la Serna y Molina Foix no es ningún tipo de mérito.
Gracias por la sugerencia de la fábula, pero creo que no ha lugar ya que yo no defiendo la eliminación de cubos rotos por inútiles, lo que digo es que si se pretende ensalzar el valor de los cubos, carece de sentido hacerlo únicamente encontrando aplicaciones a los cubos rotos, eso queda mejor en los cursos de reciclaje.
Un saludo cordial.

14 de julio de 2010, 20:37  

En ningún momento atribuí a sus palabras un ataque al catálogo.
La asignación de polémico se la da usted, y no yo, al escribir que le “resulta curioso que un publirreportaje tan insulso pueda resultar polémico”. Yo no sabía, hasta que leí su comentario, que lo resultaba. Tampoco afirmo que lo sea, dese cuenta que lo entrecomillo, ni mucho menos defino lo que es polémico. Simplemente hago notar que de serlo, si lo fuere, su comentario bien puede ser un ejemplo de una de las posibles causas.
Por otro lado, estoy de acuerdo en un par de cosas: En que no es “ningún tipo de mérito” su seguridad a la hora de elegir entre Cunqueiro y Monzó o entre De La Serna y Molina Foix.. Y en que se gastan páginas de suplementos y diarios en no aportar nada, en general ,y no sólo en el asunto que nos ocupa.
Y para terminar, no he escrito que usted defendiera la eliminación ni de cubos rotos por inútiles, ni de nada. La frase que hace referencia al cuento chino es ésta: “lo que aparentemente es sustituible tiene su lado positivo.” Y como veo que no supe explicarme con claridad (es lo que tiene no saber escribir) le dejo una cita de Montaigne:
“Mas nada hay inútil en la naturaleza; ni siquiera la propia inutilidad; nada hay inserto en este universo que no ocupe lugar oportuno…” ”…Del mismo modo en toda sociedad hay oficios necesarios no sólo abyectos sino incluso viciosos; los vicios hallan su lugar y empléanse para la costura de nuestra unión, como los venenos para la conservación de nuestra salud.”
Le agradezco sus comentarios, ha sido reconfortante mantener este contacto. No le quepa la menor duda de que, en lo fundamental,, estoy de acuerdo con sus apreciaciones.

Un cordial saludo.

paxarin

15 de julio de 2010, 18:05  

Hola.
Sólo una puntualización para evitar que se me atribuya un mérito que no me corresponde. La asignación de polémico al artículo no se debe a mi comentario.
Si lee atentamente la introducción que en el blog se hace del artículo verá lo siguiente:
"Este artículo de Juan ... y que ha levantado tanta polémica".
Como le ocurre a usted, al leer el artículo, no encuentro nada en él que pueda resultar polémico (insulso sí, pero esa es otra historia ya comentada), y es quien introduce el artículo en el blog quien, asumo que basándose en fuentes que yo no conozco pero que no tengo que poner en duda, le asigna el adjetivo, por eso me resulta curioso.
Un saludo cordial.

16 de julio de 2010, 6:46  

Tiene usted toda la razón.
Al releer el artículo me di cuenta de ello.
Y, no sé si al hilo de lo que comentábamos, pero por ahí lo enfoco, le diré que estos días he intentado conseguir la edición de Ulises,J.Joyce, de Lumen, porque la traducción de Valverde (a juicio de expertos)es la mejor. Pues bien, en ninguna librería de Oviedo la hay,ni manera de conseguirla pues me dicen que está descatalogada. La de Cátedra, es la más habitual, pero escasa, digamos que un libro que debería considerarse como "fondo de estantería" de cualquier librería , está ausente en la mayoría. No me lo explico. Claro que ocupan ese lugar los "tochos" de los best sellers.
No sé si usted vive en Oviedo, si es así la invito a nuestra tertulia de los lunes cada dos semanas a partir de las 19h.Hablamos de libros,cine, vida, etc. Ahora mismo estamos inmersos en la lectura del Ulises, poquito a poco, para no salir huyendo y profundizar mejor en el libro. Somos 5 devoradores y aficionados a la lectura. ¿Se anima a la aventura?
Advertencia:sólo buena literatura,aunque a veces se hacen escapadas a ver qué hay de nuevo.

Si está interesada envíeme un correo, aparezco en este blog en el apartado SEGUIDORES.

Un saludo

19 de julio de 2010, 11:10  

Hola.
La traducción para Lumen que usted menciona del Ulises, sí, tuvo un premio, pero en 1978. Para una traducción, 32 años empiezan a ser muchos, yo (no es un consejo ni una recomendación) me iría a traducciones más recientes (y a ediciones anotadas, por supuesto). Con respecto a las otras ediciones presentes en las librerías (la verdad es que yo sí veo habitualmente el Ulises en las estanterías, que recuerde ahora, Debolsillo, Tusquets y Cátedra), Cátedra siempre es un mínimo de calidad asegurado.
Sobre las librerías y sus fondos, la situación en Oviedo es lamentable, más teniendo en cuenta que es ciudad universitaria con importantes facultades de filología.
En lo que se rfiere a la invitación que me hace, muchísimas gracias, la tendré en cuenta, aunque hace ya mucho que decidí que mi camino era el "ir por libre", pero las decisiones no siempre duran toda la vida.
Un saludo cordial.

19 de julio de 2010, 14:06  

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