Blogger Template by Blogcrowds

UNA DE TÍTULOS


Cada autor tiene su método a la hora de bautizar a su retoño literario. Los hay que ponen el título antes de escribir una sola línea, o incluso antes de concebir el argumento. Otros escriben el título a modo de epitafio: al concluir la obra.
Sin embargo, hay títulos (sobre todo los que no los entiende nadie) que surgen espontáneamente, de esa forma un tanto azarosa con la que afloran las serendipias o en general muchas de las grandes ideas.
Algunos ejemplos de ellos son:
La naranja mecánica. La distopía de Anthony Burgess tiene, cuando menos, un título críptico. Porque ¿dónde diablos aparece una naranja en la trama? Y una naranja mecánica, todavía menos. La razón del título, pues, fue fruto de una errata.
El título verdadero de novela fue A clockwork orang(que no orange). El autor usó así un término malayo (país en el que había residido) que significa “ser humano”. Es decir, el verdadero título debería haberse traducido como El hombre mecánico. El editor, sin embargo, pensó que orang era naranja y que simplemente al autor se le había olvidado la “e”. Al parecer lo envió a la imprenta sin consultar a Burgess.

Soldados de Salamina. La vendida novela sobre la guerra civil de Javier Cercas nada tiene que ver con la batalla de Salamina, una batalla naval que griegos y persas libraron en el 480 a. C. Al parecer, el título es un pequeño guiño del autor: él reconoció públicamente que, al empezar a investigar la historia de Sánchez Mazas, sabía tanto sobre él como sobre la batalla de Salamina.
Otra vuelta de tuerca. La que para muchos es la mejor obra de fantasmas, esta novela de Henry James (cuyo título en inglés es The turn of the screw) sólo tiene una mención directa a su título: justo en los primeros párrafos. Luego ya no hay más alusiones al título.
Un rumor explica el título de la siguiente manera: al entregar James el manuscrito a su editor, éste quedó entusiasmado y le preguntó qué título le pondría. El escritor le sugirió un nombre provisional, pero al editor no le gustó. “No me gusta. Dale otra vuelta de tuerca”, le dijo. Henry James pensó, perfecto título, e incluyó la frase en el prólogo para así poder justificarlo. De alguna manera.
Alguien voló sobre el nido del cuco. Obra cumbre del psicodélico Ken Kesey, el título ha sido objeto de numerosas interpretaciones. El propio autor, que trabajó como celador en una institución mental, cuenta que los empleados, en su propia jerga, decían lo siguiente cuando llegaba un nuevo interno: “Otro para el nido del cuco.”
Pero los críticos no se han quedado convencidos con esta versión del propio autor y sostienen, por ejemplo, que el cuco, al ser un pájaro que pone los huevos en nidos ajenos, es el protagonista de la novela, un hombre que se hace pasar por loco sin serlo: se cuela en un ambiente que no es el propio: el manicomio (el nido del cuco).
Beltenebros. El malo de la novela de Antonio Muñoz Molina, un comunista que delata a sus camaradas en el Madrid de la posguerra, usa el apodo de Beltenebros. Hasta ahí, bien. Pero ¿de dónde proviene en realidad el apodo?
Beltenebros es el sobrenombre del célebre Amadís de Gaula cuando pierde la razón y es condenado a vivir en una cueva. El Beltenebros de Molina, de igual modo, vive sumido en la oscuridad de una caverna contemporánea: un cine clausurado.
Un mundo feliz (Brave New World). La famosa distopía de Aldous Huxley, es un verso de La tempestad de Shakespeare (Oh, brave new world, that has such people in it: ¡Oh, hermoso mundo nuevo, que alberga gente como ésta!).
Todos los hombres del rey. El título de esta novela de Robert Penn Warren procede de la obra A través del espejo de Lewis Carroll (“y ni todos los caballos ni todos los hombres del rey consiguieron unir a Humpty Dumpty”).
Por quién doblan las campanas. La novela de Hemingway sobre la Guerra Civil española debe su título a un Soneto sacro de John Donne (“No es necesario que preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”).
(Leído en Papel en blanco)

0 comentarios:

Entrada más reciente Entrada antigua Inicio