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BORGES, UN ESCRITOR BRILLANTE



Mar Cueto nos ha enviado algunas curiosidades sobre el escritor Jorge Luis Borges, (Buenos Aires 1899, Ginebra 1986) que nos llevan a conocer un poco más sobre la personalidad de este autor.

Las distintas anécdotas que circulan sobre Borges son ricas y variadas. Sus observaciones, ocurrencias y comentarios siempre estaban dotados de una singular agudeza. Formulaciones que, en su conjunto, asoman como un juego de la inteligencia y el sentido de humor del autor de “El Aleph”

Esteban Peicovich Buenos Aires, 1930, poeta y periodista, autor entre otras obras de “El palabrista, Borges visto y oído”, lo explica así: “En esto debe verse su gran sentido lúdico y su mirada fresca de niño grande”.

Aquí va una porción de anécdotas con el sello de Borges, que han trascendido como si fueran parte inseparable de su "otro" perfil:

Cuenta Héctor Yanover que durante una reunión de la SADE sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: "¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?" Desde el fondo llegó otro grito, éste de Borges: "¡Disuadirlos!"



Newton.
En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera. Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó: "¿No deberíamos ir más despacio?" "Pero no soy yo - aclaró Borges -, es Newton."

Mala junta.
Borges charla con Antonio Carrizo, en un bar. Por la radio del local se anuncia un tango con letra de León Benarós, amigo de Borges. El locutor propone escucharlo y el escritor acepta. Cuando el tango termina, Carrizo le pregunta qué le pareció. Borges mueve la cabeza y dictamina, muy preocupado: "Esto le pasa a Benarós por juntarse con peronistas".

Borges conjetural.
El poeta Eduardo González Lanuza, uno de los introductores del ultraísmo en la Argentina y gran amigo de Borges, descubre a éste en Florida y Corrientes, solo, con su bastón, esperando para poder cruzar. Lo toca y le dice: "Borges, soy González Lanuza". El vuelve la cabeza y, después de unos segundos, contesta: "Es probable".

Desconcertado.
En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar en su casa, un periodista le pregunta cómo se siente. "Medio desorientado -manifiesta-. Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante! "

Título.
Por último, algo personal. Allá hacia fines de los años 70, tras una nota, Borges le pide a un redactor que lo acompañe a tomar un taxi. En el trayecto, nos surge la curiosidad de saber cuál de sus libros es el que lo ha dejado más conforme. “Historia universal de la infamia”, declara. Seguimos en silencio, hasta que llega un taxi. Antes de abordarlo, se vuelve y dice: "Ahora que lo pienso, mejor título hubiera sido Historia universal de la infancia






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